Salmo 118,17-24
III (Ghimel)
Haz bien a tu siervo: viviré
y cumpliré tus palabras;
ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu voluntad;
soy un forastero en la tierra:
no me ocultes tus promesas.
Mi alma se consume, deseando
continuamente tus mandamientos;
reprendes a los soberbios,
malditos los que se apartan de tus mandatos.
Aleja de mí las afrentas y el desprecio,
porque observo tus preceptos;
aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,
tu siervo medita tus leyes;
tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros.